El Estado tiene que crear y mantener las condiciones necesarias para el desarrollo de una
sociedad moderna, pero ¿de dónde obtiene los recursos económicos para financiar los
servicios que nos ofrece? ¿Pagamos todos lo mismo? ¿Qué ocurre si no pagamos?
Anualmente el Parlamento aprueba los Presupuestos Generales del Estado en
los que se establece una relación detallada de los ingresos y gastos
públicos con los que el Gobierno pretende lograr sus objetivos de crecimiento,
redistribución de la riqueza y suministro de bienes públicos. ¿De dónde proceden los
ingresos del Estado? Principalmente de los tributos.
Los tributos son obligaciones fiscales, prestaciones
dinerarias exigidas a la ciudadanía por la Administración Pública en base a la realización
de un hecho al que la ley impone el deber de contribuir para el
sostenimiento de los gastos públicos. Son ejemplos de hechos imponibles
(implican pagar impuestos) circular con un vehículo, ser propietario de una vivienda o
local, abrir un negocio, ganar un salario, obtener beneficios, hacer una obra o comprar en
un supermercado.
Podemos plantearnos por qué se paga al Estado por estos hechos: en un
estado social como el nuestro, el Estado interviene en la economía del país
para garantizar servicios públicos como educación, sanidad, carreteras,
seguridad pública, justicia…. Para que ello sea posible los ciudadanos y ciudadanas
contribuimos económicamente a través de los tributos, cuyo fin primordial es el de
obtener los ingresos necesarios para el sostenimiento del gasto público.
Pero junto a la función recaudatoria, los tributos tienen otras funciones, una de ellas es la
redistribución de la riqueza; así por ejemplo, hay impuestos como el
IRPF que pagan
las empresas individuales en función de los beneficios que se obtengan y el porcentaje que
se aplica será mayor cuanto más se gane. Se trata pues de una cuestión de justicia
social, las empresas y las personas vivimos en sociedad y debemos contribuir al
bienestar general de acuerdo con nuestra capacidad económica.
Las personas que realizan un plan de negocio, porque tienen intención de montar o han montado
su empresa, deben saber cuáles son los tributos que tienen que pagar,
en primer lugar porque se trata de un gasto necesario, ineludible y difícilmente
prorrogable y en segundo lugar porque no cumplir con esta obligación puede
suponer para la empresa costes añadidos como el pago de intereses por
demora, sanciones, recargos, gastos de gestoría para solucionar el problema, tiempo perdido,
preocupaciones, mala imagen de la empresa...
Puede ser conveniente delegar la gestión fiscal en empresas o personas
especializadas en el tema que nos ayudarán a planificar los pagos y probablemente a ahorrar
y minimizar en las cantidades a pagar en concepto de tributos.